ORACIÓN A LA VIRGEN MARÍA DE RAIFFERSHARDT

ORACIÓN A LA VIRGEN MARÍA DE RAIFFERSHARDT
Oración a María: Amada madre envuélveme con tu manto amoroso y ruega por mi ante el Trono del Eterno para ser feliz y tener abundancia de todo lo bueno para cada día de mi vida. Amén

martes, 16 de noviembre de 2010

El ciego y el sordo (Dedicado a Leo Tolstoy)

Una vez un ciego y un sordo iban hacia una vereda vecina para conseguir guisantes. Entonces el sordo le dijo al ciego: "tú escuchas lo que pasa, y me lo cuentas, yo miro lo que pasa y te lo cuento".

Cuando entraron en el campo de guisantes se detuvieron. El ciego palpó los guisantes y exclamó "¡Están crecidos!" y el sordo le preguntó: "¿Qué pasa?". Entonces el sordo tropezó contra una cerca y se cayó. El sordo le preguntó: "¿Qué pasa?". Y el ciego respondió: "Ah, esta cerca". Entonces el sordo dijo: "¿Está cerca? ¡Pues corramos!", y se lanzó a correr.

TOLSTOY, Leo. El ciego y el sordo. Cuentos.


La única persona verdaderamente sorda es aquella que no quiere escuchar, pues incluso un sordo que quiera entender hará todo lo posible por comunicarse. No hay más ciego que el que no quiere ver, porque una persona que tenga una limitación en el sentido de la vista si quiere puede "ver" a través de los otros sentidos, desarrollando incluso una especie de visión interna.

Sin embargo, respecto de las personas que tienen todos los sentidos a su disposición pero que no quieren usarlos para descubrir la verdad no puede hacerse nada. En estos casos la persona internamente sabe o puede saber fácilmente cuál es la causa de sus males pero no quiere verlos, quizá por el dolor que le pudiera producir el reconocimiento de la situación, quizá por los cambios que debería realizar en su vida, todos tenemos en realidad un variado repertorio de "quizás" que nos "protegen" del dolor para mantenernos en una aparente armonía.

En esas situaciones tan sólo cabe confiar en que Dios y sus ángeles sagrados guíen a esa persona. Pues el que no quiere ver o no está preparado para ello necesita su tiempo para madurar ya que de lo contrario, también es cierto que se arrancaría la planta antes de que diera fruto, y ello sería totalmente incorrecto. Es en estas situaciones, que se dan generalmente con las personas queridas, como los hijos, la pareja, las amistades o los padres, donde debemos recordar que el amor sin premisas ni restricciones, el amor sin condiciones, el verdadero amor, el incondicional, ha de brillar más que nunca, para, desde el silencio, ayudar a quién lo necesite a fin de que pueda encontrar el camino y dar los pasos adecuados en su vida. En estos casos la ayuda puede ser variopinta desde dar un consejo a rezar por el otro, en el silencio de nuestra intimidad, dejando ante todo que la persona siga su propio proceso personal fruto de su libertad de elección que, de buen seguro, lo conducirá de vuelta a las verdes praderas en las que Dios nos aguarda paciente y con alegría.

No es algo fácil, cuando existe el amor hacia otra persona, pero el amor, a veces es suave y otras, bajo una muy distinta apariencia, es duro, pareciendo incluso desde el mundo de las apariencias que la actuación que se ha tenido con el otro nada tiene que ver con el amor. Sin embargo, a veces cuanto más alejado parece que se está es cuando más cerca se está de uno pues la distancia física es medible físicamente pero la unión en el amor va más allá de toda medida humana.

Ver desde el otro lado como una persona querida va por un camino pedregoso es algo doloroso pero ha de aceptarse, al no haber nada malo en ello, por ser el camino escogido la libre elección de la persona. En estos casos, ha de tenerse la confianza en que Dios está con todos nosotros y que Él se ocupa de que cada uno de nosotros seamos felices y encontremos nuestro propio sentido y camino en la vida hacia Él.

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